¡A los que temen!

Posted by Algo aleatorio On jueves, 5 de enero de 2012 0 comentarios

En el lastre de la noche
Una lágrima se ha perdido en tu mirada,
Cual sombra esporádica derruida en el silencio
Humedece la efigie de la luna atrapada en tus pupilas
Y escapa por el rastro fúnebre del amanecer
Sin derramar su tristeza sobre el vacío de la soledad,
Sin proclamar la sentencia del olvido,
Ni eximir el flagelo de una vida amortajada en el deseo de morir,
¡Porque en el cielo he visto los vestigios del tiempo!
Y en tu piel se dibuja la llegada tardía del sol
Sin descubrir los años concluidos en tu boca,
Ni esbozar la sonrisa que ya no está.

El murmullo de las balas se confunde entre las voces
Mas en ellas sólo escucho el sonido de tu ausencia
Mientras la luz tenue de un “adiós” se desvanece,
Y la monótona agonía de existir se convierte en humanidad…

¿Adónde irán tus ojos?
Aquí sólo yace la miseria febril de tu partida,
En tu voz se esparce la escaza figura de la piedad,
Y a mí acude la canción que te llevaste…
¡Porque no les importó el sufrimiento de tus manos!
Ni el clamor incierto de tu llanto
Cuando añorabas la palabra “libertad”.

Hoy vacilo en el anhelo de tus labios
Y adivino tus pasos meditando el horizonte
Disfrazados por la sangre del camino que recorres,
Redimidos en la trémula ilusión de regresar…

Déjame ser el recuerdo que se oculta en los andamios de tu cuerpo
Y blasfema con recelo el temor a la verdad,
Déjame ser la guerra que se opaca en tu despedida
Y espera taciturna en los desvelos de la ciudad,
Déjame ser la historia que se escribe en la pobreza
Y nace en la falacia del malévolo opresor
Para callar un poco el estruendo de la angustia
Y buscarte en el consuelo de un salobre despertar
¡Mira que contigo se van mis utopías!
Y en tu derrota se queda el dolor de los que han olvidado continuar.

Los lamentos de la lluvia se reúnen en mis lágrimas,
Junto a ellos te suplican un destino que abandonas
Y condenan el desmayo de la batalla que no lucharás;
La tierra se ha impregnado del miedo que tus huellas disimulan,
Pero descuida,
Que tus pies bien conocen los fragmentos del pasado
Y apresuran el sendero que te aleja de mi orfandad,
No te detengas,
Desde la oscuridad te veré llorar sobre mi cuerpo inerte
Y a ti llegará mi débil voz preguntando
Si alguna vez añoraste los atardeceres junto al mar,
Déjame,
Que mi pueblo no seguirá tu cobardía,
Y en el féretro cruel de tu destierro
Yo encontraré la lejanía de tus pasos
Para acompañarlos aunque no estés.


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