¿Quién soy? ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás?

Posted by Algo aleatorio On miércoles, 4 de enero de 2012 0 comentarios

Posiblemente nuestros ojos han tropezado por los mismos senderos que ahora yacen en el lienzo fugaz de tu memoria, y sin embargo, el devenir del azar continuamente tambalea sobre sus pasos y hace que nuestras vidas titubeen momentos efímeros que acaso han de permanecer intactos por un instante o simplemente pueden esfumarse en las tenues maromas de una mirada; pero más allá de todo eso –justo en ese lugar donde pugnan los deseos por vociferar una blasfemia a los días que se gastan sin saber por qué- estamos vos y yo recatados en la ambigüedad de una sociedad amorfa sustentada por los retazos de la pobreza y la inequidad, absortos en la negación de un mundo flagelado por las huellas lacerantes del pasado, inmiscuidos en la misma maraña que tejemos con pretextos y alejamos de una solución certera que pueda darnos siquiera un trozo de resignación… Sí, ahí estamos los dos… Vos en un horizonte que desconozco, y yo en un pedazo de tierra amontonada entre hombres y mujeres que día a día luchan por sufragar el abandono de su destino.

Quisiera contarte que, a pesar de todo, mi patria se descubre en el verdor de sus volcanes y en el pastizal de la hojarasca seca que dejan los tamarindos cuando se ha ido el mes de marzo, en el resonar de los pericos que arrastran en sus plumas la somnolencia del atardecer para entregarlo a las caricias de su pronta muerte, en el vaivén de las olas que se mecen sobre la aurora para dormir con el arrullo de las horas que pronto traerán la negra noche, en los abejorros errantes que vacilan cabizbajos en la inmanencia de la flor de caña, en la agonizante y sonora voz del torogoz escondido en la humedad del bosque gris,  en la fachada de las casas de barro que albergan a nuestra gente… ¡Todo eso es mi patria! ¡Todo eso es mi país! Y vos podrías verlo si no fuera por la sangre que escudriña los caminos, vos podrías sentir esa alegría guarnecida en la sonrisa de los niños y la ilusión de sus tristes ojos opacos, vos podrías escuchar el grito de la mujer preñada que asalta las calles para vender los tamales que le auguran un porvenir, vos podrías denunciar conmigo las injusticias que comete el opresor desde su palco  ¡Vos podrías ver lo que yo veo! ¡Vos podrías saber lo que yo sé! ¡Vos podrías sentir lo que hoy siento! Por eso quiero invitarte a vos, querido amigo, a conocerme un poco más a través de estas rasgadas letras que intento acomodar, ya que si no nos parecemos tanto, nos une la ironía de sabernos humanos y el anhelo de construir un futuro de verdad. 

0 comentarios:

Publicar un comentario